En
minutos todos los compuestos empacados para discos o cintas y otras sustancias
inflamables ardieron en llamas. Aunque los departamentos de bomberos vinieron
de ocho pueblos circundantes, el intenso calor y la poca presión de agua
provocaron que fuera inútil extinguir las llamas. Todo quedó destruido.
El daño
excedía a los dos millones de dólares, los edificios de cemento que se
consideraban construidos a prueba de fuego, estaban asegurados apenas por la
décima parte de esa cantidad.
Charles, el hijo del inventor, buscó con desesperación a su padre,
temeroso de que su espíritu resultara dañado. Finalmente lo encontró
contemplando con serenidad el fuego, su rostro resplandecía mientras
reflexionaba. “Mi corazón se dolía por él”,
decía Charles. “Él tenía sesenta años, ya
no era un joven y todo ardía en llamas.”
En la
mañana siguiente, Edison contemplo las ruinas y exclamó: “Hay algo valioso con el desastre. Se quemaron todos nuestros errores. Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo.”
"Tres semanas después del incendio, Edison
se las ingenió para inventar el primer fonógrafo."
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