Desde el suelo vio a los demás alejarse, sin
embargo se puso en pie y continuó la carrera; se dio cuenta de que su rodilla
sangraba y que su pierna no tenía la fuerza necesaria por el golpe, pero aún
continuó; tropezando más adelante con otro obstáculo y cayendo nuevamente.
En ese punto ya los otros competidores habían
pasado la meta y los que
estaban alrededor de la pista le decían que saliera de
la pista pues estaba sangrando y de todas formas ya no iba a ganar la carrera,
pero este atleta no les hizo caso, se levantó y siguió adelante, su objetivo
era llegar a la meta, y lo iba a lograr sin importar lo que pasara.
La gente en las graderías estaba atónita al
ver la persistencia de aquel hombre. Finalmente llegó al final de la pista, en
ese momento todo el estadio olímpico se puso de pie, y estalló en una ovación
al hombre que había demostrado que era lo más importante en una carrera...
PERSEVERAR HASTA EL FINAL SIN
IMPORTAR LOS TROPIEZOS!
“1 Por tanto,
nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos enreda, y
corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe; quien por el gozo que tenía por delante sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.”
Heb.12:1-2
Fuente: Selah
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