viernes, 30 de agosto de 2013

Con lo que queda...

  En Noviembre 18 de 1995, el violinista Itzhatk Perlman, subió al escenario para dar un concierto en el salón Avery Fisher del “Lincoln Center” en la ciudad de Nueva York.  Si usted alguna vez ha estado en un concierto de Perlman, sabe que subir al escenario no es un logro pequeño para él.




  Él fue afligido de polio cuando era niño; tiene abrazaderas en ambas piernas y camina con la ayuda de muletas. Verlo caminar sobre el escenario de un lado al otro, paso a paso, lenta y penosamente, es una escena impresionante. Camina difícil pero majestuosamente, hasta que alcanza su silla.

  Después se sienta y lentamente pone las muletas sobre el piso, abre los broches de las abrazaderas en sus piernas, recoge un pie y extiende el otro hacia adelante. Se inclina y recoge el violín, lo pone bajo su barbilla, hace una seña al Director y procede a tocar.

  Hasta ahora, la audiencia ya estaba acostumbrada a este ritual. Permanecían silenciosamente sentados mientras él caminaba por el escenario hasta su silla. Se quedaba respetuosamente en silencio hasta que él estuviera listo para tocar; pero esta vez, algo ocurrió. Justo cuando él terminaba de tocar sus primeras barras, una cuerda de su violín se rompió. Uno podía oír el estallido. Salió disparada como bala por el salón. No había duda de lo que ese sonido significaba. No había duda de lo que él tendría que hacer.

 
Los que estaban ahí esa noche tal vez pensaron: “Para esta, él va a tener que ponerse de pie, abrocharse las abrazaderas, recoger las muletas, y cojear hasta afuera del escenario para encontrar otro violín u otra cuerda.”

  Pero no fue así. En su lugar, el esperó un momento, cerró sus ojos y después hizo otra seña al Director para empezar a tocar. La orquesta empezó y él tocó desde donde había parado. El tocó con tanta pasión, con tanto poder y con una claridad que nunca antes nadie había escuchado.

   Claro, cualquiera sabe que es imposible tocar una obra sinfónica con sólo tres cuerdas. Lo sé yo y lo sabe usted, pero esa noche Itzhak Perlman se rehusó a saberlo. Uno podía observar como modulaba, cambiaba y recomponía esa pieza en su cabeza. En una instancia, sonaba como que él estuviera desentonando las cuerdas para obtener sonidos que estas nunca habían hecho.

  Cuando él termina, había un silencio impresionante en el salón. Después la gente se levanto y lo aclamó. Había una explosión de aplausos desde cada rincón del auditorio. Todos estábamos de pie, gritando y aclamando, haciendo todo lo posible para mostrar cuanto apreciábamos lo que él había hecho.

  Él sonrió, se secó el sudor de sus cejas, alzó su arco para callarnos, y después dijo, no presumidamente, pero en un tono tranquilo, pensativo, y reverente: "Ustedes saben, algunas veces la tarea del artista es la de averiguar cuanta música podemos producir con lo que nos queda."


 
Qué renglón tan poderoso. Se ha quedado en mi mente desde que lo oí ¿Y quien sabe? Tal vez esa sea la definición de la vida, no sólo para los artistas pero para todos nosotros. He aquí un hombre que se ha preparado por toda su vida para producir música con un violín de cuatro cuerdas, quien, se encuentra de repente en medio de un concierto con solo tres cuerdas; y entonces produce música con tres cuerdas, y la música que él produjo esa noche con sólo tres cuerdas era más bonita y más memorable, que cualquier otra que él haya producido con cuatro cuerdas.

lunes, 26 de agosto de 2013

El Gusano y el Escarabajo

   
Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.

   El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.

   Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano. ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos. ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?

   
Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir.


    Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

   Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día aprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

   El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.

   Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.

   El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.

   El escarabajo aprendió varias lecciones ese día: La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo. También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las militantes propias ni las ajenas. Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan.

   Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él.

    El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.

    Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza.

   Reconoce la riqueza de quien es diferente de ti y está dispuesto a compartir sus ideales y temores, pues esto alimenta el espíritu de supervivencia más que un buen platillo.

    La esencia del gusano y el escarabajo se volvió una en el plano que se encuentra más allá de este mundo, volviendo al regocijo que en esta vida habían encontrado.


  
Este es el final de mi historia, pues siendo TÚ mi amigo no te puedo exponer a una tristeza que no quisiera para mí. No sé si tú seas el gusano o yo el escarabajo, pero seguro que somos distintos y en planos ajenos nos movemos. Yo, como gusano, te seguiré buscando día a día, y como escarabajo, no me fijaré en limitaciones. Como gusano, omitiré lo grotesco que me puedas parecer. Como escarabajo, haré uso de mis habilidades para servirte.

viernes, 23 de agosto de 2013

CONSTRUCTOR DE PUENTES

   Se cuenta que, cierta vez, dos hermanos que vivían en granjas vecinas, separadas apenas por un río, entraron en conflicto. Fue la primera gran desavenencia en toda una vida de trabajo uno al lado del otro, compartiendo
las herramientas y cuidando uno del otro.
 
   Durante años ellos trabajaron en sus granjas y al final de cada día, podían atravesar el río y disfrutar uno de la compañía del otro. A pesar del cansancio, hacían la caminata con placer, pues se amaban. Pero ahora todo había cambiado.

  
Lo que comenzara con un pequeño mal entendido finalmente exploto en un cambio de ásperas palabras, seguidas por semanas de total silencio. Una mañana, el hermano mas viejo sintió que golpeaban su puerta. Cuando abrió vio un hombre con una caja de herramientas de carpintero en la mano. - Estoy buscando trabajo -dijo este.- Quizás usted tenga un pequeño servicio que yo pueda hacer. - Si! - dijo el granjero - claro que tengo trabajo para usted. Ve aquella granja al otro lado del río. Es de mi vecino. No, en realidad es de mi hermano mas joven. Nos peleamos y no puedo mas soportarlo. ¿Ve aquella pila de madera cerca del granero? Quiero que usted construya una cerca bien alta a lo largo del río para que yo no precise verlo más.

- Creo que entiendo la situación - dijo el carpintero. Muéstreme donde están las palas que ciertamente haré un trabajo que lo dejara a usted satisfecho. Como precisaba ir a la ciudad, el hermano más viejo ayudo al carpintero a encontrar el material y partió.

   El hombre trabajo arduamente durante todo aquel día. Ya anochecía cuando termino su obra.

  
El granjero regreso de su viaje y sus ojos no podían creer lo que veían. ¡No había ningún cerco! En vez de cerco había un puente que unía las dos márgenes del río. Era realmente un bello trabajo, pero el granjero estaba furioso y le dijo: - Usted fue muy atrevido en construir ese puente después de todo lo que yo le conté.

   Sin embargo, las sorpresas no habían terminado. Al mirar nuevamente para el puente, vio a su hermano que se acercaba del otro margen, corriendo con los brazos abiertos. Por un instante permaneció inmóvil de su lado del río. Pero de repente, en un impulso, corrió en dirección del otro y ellos se abrazaron en medio del puente.

   El carpintero estaba partiendo con su caja de herramientas cuando el hermano que lo contrato le dijo emocionado: - ¡Espere! quédese con nosotros por algunos días. El carpintero respondió: - Me encantaría quedarme, pero, desgraciadamente tengo muchos otros puentes que construir.


    Y usted, ¿esta necesitando un carpintero, o es capaz de construir su propio puente para aproximarse aquellos con los que rompió el contacto? No busque construir cercas que lo separen de las personas de las que se encuentra distanciado. Construya puentes y busque caminar en dirección a aquellos que por desgracia se distanciaron de usted. El puente de la relación es un poco frágil y se balancea por causa de los vientos de la discordia, fortalézcalo con los lazos del entendimiento y de la verdadera amistad.

martes, 20 de agosto de 2013

DEJANDO LO IMPORTANTE!

   
Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le decía: “Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal.” Recuerda algo: después que salgas, la puerta se cerrara para siempre. Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal...
  
   La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar, ansiosamente, todo lo que podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente. “Tienes solo ocho minutos.”

  
    Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró... Recordó, entonces, que el niño quedó allá y la puerta estaba cerrada para siempre.
  
    La riqueza duró poco y la desesperación... para el resto de su vida!. Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir, en este mundo, y una voz siempre nos advierte: “¡Y no te olvides de lo principal!
  
    Y lo principal son los valores espirituales, la oración, la vigilancia, la familia, los amigos, la vida. Pero la ganancia, la riqueza, los placeres materiales nos fascinan tanto que lo principal siempre se queda a un lado...
  
   Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial. ¡Los tesoros del alma! Que jamás nos olvidemos que la vida en este mundo, pasa rápido y que la muerte llega inesperadamente. Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las lamentaciones.


Ahora... piensa por un momento que es lo principal en tu vida y por favor ¡¡¡NUNCA LO OLVIDES!!!
Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33 
"Que cosa extraña es el hombre: nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere"

lunes, 12 de agosto de 2013

Pónte en pié

   
Una historia que sucedió en la Universidad de Carolina del Sur...... había un profesor de Filosofía que era un ateo profundamente comprometido, su principal meta cada semestre era probar que  Dios no podía existir. Sus estudiantes siempre tuvieron miedo de discutir con él por su lógica impecable. Durante 20 años, siempre pensó que nadie en su clase y fuera de ella tenía el valor de ir en su contra.  Claro, algunos habían discutido en clase alguna vez, pero nunca realmente en su contra, y no lo hacían porque él tenía una gran reputación. 

   Al final de cada semestre, en el ultimo día, él pediría a su clase de 300 estudiantes: “Si hay alguien que todavía cree en Jesús, póngase de pie!”.  En 20 años, nunca nadie lo hizo. Ellos sabían; lo que venia después, él diría: “Porque todo aquel que cree en Dios es un tonto.  Si Dios existiera, él lo demostraría impidiendo que este pedazo de tiza se rompiera al golpear el piso, sería tan sencillo para Él, probar que es Dios, y aun así no puede hacerlo”.  Y así, cada año azotaba un pedazo de tiza en el suelo para que se rompiera en pedazos. Los estudiantes no podían hacer más que mirar. La mayoría de los estudiantes terminaban convencidos de que Dios no existía.

   Ciertamente, uno que otro creyente se había colado, pero por 20 años habían tenido miedo de ponerse de pie.  Pues bien, hace unos años, un joven que había oído historias sobre este maestro, se inscribió en esta clase pues sin el no podría terminar su carrera, tenía miedo.  Durante los primeros 3 meses de aquel semestre, él oraba todos los días por tener el valor de ponerse de pie, sin importar lo que dijera el maestro, o que pensaran sus compañeros de clase.  Nada de lo que dijeran quebrantaría su fe.

  
Finalmente llego el día. El profesor dijo: “Si hay alguien que todavía cree en Dios, que se ponga de pie!”  El profesor y la clase de 300 alumnos lo miraron fijamente, en shock, al momento que se ponía de pie en el fondo del salón. El profesor gritó: “TONTO! Si Dios existiera  él lo probaría evitando que este pedazo de tiza se rompa al golpear el piso!”  Acto seguido arrojo la tiza, pero al momento que lo hizo la tiza se resbalo de sus dedos y fue resbalando por su manga, por los pliegues de su pantalón y por su zapato hasta que, intacto, rodó por el suelo. El profesor quedó con la boca abierta observando la tiza y después levantó su mirada al joven que estaba de pie y salió corriendo del salón. 

   El joven entonces paso al frente del salón y habló de su fe en Jesús por la siguiente media hora. Los 300 estudiantes escucharon como hablaba del amor de Dios hacia ellos y de su poder. Cuando tengas oportunidad hablar de Dios hazlo, y cuando no puedas también hazlo, no desperdicies ninguna oportunidad. Recuerda: Nosotros, los hijos de Dios somos los únicos recursos de Dios aquí en la tierra.


     A veces lo único que necesitamos hacer, es PONERNOS DE PIE.

lunes, 5 de agosto de 2013

Obra maestra en trapo sucio

   A un artista lo acusaron una vez falsamente de un delito y lo metieron a la cárcel. Aunque se le permitió llevar sus pinceles y sus pinturas, no tenía forma de obtener un lienzo.

 
Un día, desesperado, pidió a un guardia algo sobre lo cual pudiera pintar. De manera indiferente, el hombre recogió un viejo pañuelo sucio y se lo tiró diciendo: “Ahí tienes, a ver lo que puedes hacer con ese trapo sucio.”

   El artista, que era cristiano, pintó sobre el pañuelo lo que creía era el rostro de Jesús. Después de haber trabajado mucho tiempo diligentemente en la pintura, pensó que primero se la enseñaría al hombre que le dio el trapo sucio para que lo usara como lienzo. Cuando el guardia vio la hermosa imagen, su corazón se conmovió y se le llenaron los ojos de lágrimas. Posteriormente, la pintura se hizo famosa.

   
Si un hombre puede tomar un trapo viejo sucio y hacerlo resplandecer con tal encanto que un guardia sin delicadeza e indiferente de una prisión se conmueva hasta llorar, imagínate lo que el Artista Maestro puede hacer con nuestra vida si le dejamos que haga lo que quiera.

    En nuestra maldad, no somos más que “trapos sucios” desprovistos de belleza espiritual. Sin embargo, el poder del Espíritu Santo de Dios puede cambiarnos y hacer de nosotros una obra maestra de la gracia divina.

   Hace unos cuantos años atrás escuche una canción que decía más o menos así: “Algo hermoso, hizo el Señor. Todo lo que traje a él, fueron ruinas y dolor… pero el hizo algo hermoso en mi ser.”  Si aún no lo has hecho te invito que ahí donde te encuentres puedas abrir tu corazón e invitar al Maestro que tome el control de tu vida; ¡Él hará algo hermoso! Aún hay tiempo….

Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Is.1:18


jueves, 1 de agosto de 2013

Cortando el jamón

  Un esposo recién casado miraba curiosamente como su esposa preparaba un jamón para ponerlo en el horno. Antes de ponerlo a cocinar, ella tomó un cuchillo y cuidadosamente le quitó ambos extremos del jamón. Y le preguntó el esposo, que por qué hizo eso. “Yo no soy un experto en cocinar jamones, pero yo no pienso que cortar los extremos del jamón antes de cocinarlo sea correcto.”


   La esposa contestó, “bueno pues, yo realmente no lo sé. Yo nunca cociné un jamón antes de casarme, pero esta es la manera mi madre siempre lo hizo”.
Su curiosidad entonces se despertó, y ella telefoneó a su madre y le preguntó por qué ella siempre cortaba ambos extremos de un jamón antes de cocinarlo.
“Ahora que lo mencionas, yo no lo sé, dijo la madre”, su madre contestó. “Eso es simplemente la manera en que tu abuela siempre lo hizo”.


  Determinados a desenredar este misterio, la joven esposa telefoneó entonces a la abuela y le preguntó él por qué ella siempre cortaba los extremos del jamón antes de cocinarlo. Y su abuela dijo, “el primer horno que nosotros poseímos no era grande bastante para poner un jamón entero, así que yo tenía que cortar los extremos para hacerlo. Y ¡Después de eso, yo supongo que simplemente se volvió un hábito!”

    ¿Ves? Ése es tradicionalismo. Cuando nosotros hacemos cualquier cosa que nosotros hacemos sin saber por qué realmente nosotros lo hacemos, pero sin embargo continuamos a hacerlo porque ésa es la manera en que nosotros ¡siempre lo hemos hecho!

    ¿Cuántos “siempre lo he hecho así” hay en tu vida y no sabes porque lo haces?
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. 2 Cor.5:17