Se cuenta que, cierta vez, dos hermanos que vivían en granjas vecinas,
separadas apenas por un río, entraron en conflicto. Fue la primera gran
desavenencia en toda una vida de trabajo uno al lado del otro, compartiendo
las
herramientas y cuidando uno del otro.
Durante años ellos trabajaron en sus granjas y al final de cada día,
podían atravesar el río y disfrutar uno de la compañía del otro. A pesar del
cansancio, hacían la caminata con placer, pues se amaban. Pero ahora todo había
cambiado.
- Creo que entiendo la situación - dijo
el carpintero. Muéstreme donde están las palas que ciertamente haré un trabajo
que lo dejara a usted satisfecho. Como precisaba ir a la ciudad, el hermano más
viejo ayudo al carpintero a encontrar el material y partió.
El hombre trabajo arduamente durante todo aquel día. Ya anochecía cuando
termino su obra.
Sin embargo, las sorpresas no habían terminado. Al mirar nuevamente para
el puente, vio a su hermano que se acercaba del otro margen, corriendo con los
brazos abiertos. Por un instante permaneció inmóvil de su lado del río. Pero de
repente, en un impulso, corrió en dirección del otro y ellos se abrazaron en medio
del puente.
El carpintero estaba partiendo con su caja de herramientas cuando el
hermano que lo contrato le dijo emocionado: - ¡Espere! quédese con nosotros por
algunos días. El carpintero respondió: - Me encantaría quedarme, pero,
desgraciadamente tengo muchos otros puentes que construir.
Y usted, ¿esta necesitando un carpintero, o es capaz de construir su
propio puente para aproximarse aquellos con los que rompió el contacto? No
busque construir cercas que lo separen de las personas de las que se encuentra
distanciado. Construya puentes y busque caminar en dirección a aquellos que por
desgracia se distanciaron de usted. El puente de la relación es un poco frágil
y se balancea por causa de los vientos de la discordia, fortalézcalo con los
lazos del entendimiento y de la verdadera amistad.
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