Al
final de cada semestre, en el ultimo día, él pediría a su clase de 300
estudiantes: “Si hay alguien que todavía
cree en Jesús, póngase de pie!”. En
20 años, nunca nadie lo hizo. Ellos sabían; lo que venia después, él diría: “Porque todo aquel que cree en Dios es un
tonto. Si Dios existiera, él lo
demostraría impidiendo que este pedazo de tiza se rompiera al golpear el piso,
sería tan sencillo para Él, probar que es Dios, y aun así no puede hacerlo”. Y así, cada año azotaba un pedazo de tiza en
el suelo para que se rompiera en pedazos. Los estudiantes no podían hacer más
que mirar. La mayoría de los estudiantes terminaban convencidos de que Dios no
existía.
Ciertamente,
uno que otro creyente se había colado, pero por 20 años habían tenido miedo de
ponerse de pie. Pues bien, hace unos
años, un joven que había oído historias sobre este maestro, se inscribió en
esta clase pues sin el no podría terminar su carrera, tenía miedo. Durante los primeros 3 meses de aquel
semestre, él oraba todos los días por tener el valor de ponerse de pie, sin
importar lo que dijera el maestro, o que pensaran sus compañeros de clase. Nada de lo que dijeran quebrantaría su fe.
El
joven entonces paso al frente del salón y habló de su fe en Jesús por la
siguiente media hora. Los 300 estudiantes escucharon como hablaba del amor de
Dios hacia ellos y de su poder. Cuando tengas oportunidad hablar de Dios hazlo,
y cuando no puedas también hazlo, no desperdicies ninguna oportunidad.
Recuerda: Nosotros, los hijos de Dios somos los únicos recursos de Dios aquí en
la tierra.
A
veces lo único que necesitamos hacer, es PONERNOS DE PIE.
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