jueves, 4 de julio de 2013

Desde una silla de ruedas

   
Una mujer llamada Nancy puso el siguiente anuncio en su periódico local: “Si se siente solo o tiene algún problema, llámeme. Yo estoy en una silla de ruedas y raras veces salgo. Podemos compartir nuestros problemas mutuamente. Sólo tiene que llamarme. Me encantaría conversar.” La respuesta a ese anuncio fue sorprendente: 30 llamadas o más por semana.

  ¿Qué motivó a esta mujer a querer llegar a los demás desde su silla de ruedas para ayudar a los necesitados? Nancy explicó que antes de su parálisis había disfrutado de perfecta salud, pero se encontraba muy desesperada. Trató de suicidarse saltando desde la ventana de su apartamento, pero la caída la dejó paralítica de la cintura para abajo.

   En el hospital, totalmente frustrada, percibió que Jesús le decía: “Nancy, has tenido un cuerpo sano, pero el alma lisiada. Desde ahora vas a tener un cuerpo lisiado y un alma sana.” Como resultado de esa experiencia entregó su vida a Cristo. Cuando finalmente le permitieron volver a la casa oró para encontrar una manera de compartir la gracia de Dios con los demás, y se le ocurrió la idea del periódico.

   Todos los creyentes pueden hacer algo para ayudar a los demás. Por limitados que estemos por una enfermedad, ancianidad o incapacidad, aún podemos orar, llamar o escribir. Cualquiera que sea nuestra condición podemos ser testigos eficaces de Cristo.


ES SÓLO CUANDO HEMOS HABLADO CON DIOS SOBRE LA GENTE QUE PODEMOS HABLAR CON LA GENTE SOBRE DIOS

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