lunes, 3 de junio de 2013

LA DEBILIDAD DE ANÍBAL

  
Aníbal Barca, el cartaginés, es considerado conjuntamente con Alejandro Magno y Julio César uno de los tres más grandes generales de la Antigüedad y el primero de todos como estratega, genio y táctico militar.

   Batió a los romanos en la propia Italia en las batallas de Tesino, Trebia, el Lago Trasimeno y Cannas. En esta última batalla su genio rayó a la mayor altura. Fue una victoria de la estrategia más consumada, a tal punto, que ha sido una batalla analizada con minuciosidad desde hace más de dos mil años en todas las escuelas militares del mundo. No obstante sus numerosas victorias en Italia no se sintió lo suficientemente fuerte como para tomar la ciudad de Roma. Así fue que deambuló con sus tropas, invicto, por la Península hasta que al fin se retiró requerido por el gobierno de Cartago. Tiempo después su ejército fue aniquilado en Zama, en su propia tierra del Norte de Africa, por sus enemigos romanos al mando de Escipión que desde entonces tomó el nombre de Escipión El Africano.


  La derrota definitiva es explicable. Aníbal estuvo siempre a la merced de una debilidad insalvable que a la postre lo arruinó: no tenía sino muy pocos, contados, hombres fieles. Todo su poder, que tenía pies de barro, estaba basado en mercenarios. Gente comprada que estaba junto a él no por convicción o por adhesión a su persona, sino por la suculenta paga y por las prebendas de que disfrutaban. Así fue que derrotado, al final de su vida, se encontró solo y abandonado. Entonces se suicidó. 

   Un amargo fin y una durísima lección que no aprendieron ni tuvieron en cuenta la mayoría de los hombres, grandes o pequeños, que tienen o han tenido poder en los últimos veintidós siglos.

    "El hilo siempre se corta por el más débil."


   Recuerda:Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne.” Cnt.2:15
Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.” Ecl.10:1

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