-¿¡Qué estás haciendo!? - gritó espantado
su compañero- ¿Te has vuelto loco?
El impulso era tan fuerte que el gusano no respondió. Era un gusano que
se emocionaba con facilidad cuando hacía algo nuevo.
-¿Ya has pensado lo que eso significa?
- siguió su compañero, que era mucho más
reflexivo y prudente - ¡vas a aislarte del árbol! ¿Y las jugosas hojas que estás dejando?
¿Y los nuevos brotes del tallo central? ¡No podrás comer ni moverte por el
árbol si te encierras ahí!
Dado que su compañero no respondía, el orador decidió buscar apoyo moral
en los demás gusanos y trajo unos cuantos junto al capullo de seda, que ya
estaba por terminarse.
- ¡No cierres aún, espera!
Los gusanos se quedaron mirando la cápsula de seda y pasaron toda la
tarde comentando el suceso. “Se volvió
loco”, decían. “¡Qué aburrida debe
ser la vida ahí dentro!”, y “¡mira lo que se está perdiendo!, ¿A quién le cabe
en la cabeza despreciar un árbol tan frondoso?... ¿tú te encerrarías ahí?...
¡con lo simpático y joven que era!”
Después de un tiempo encontraron el capullo roto y vacío. No supieron
qué pensar, así que decidieron mantener sus opiniones y seguir mascando hojas y
ramitas sin volver a tocar el tema del capullo de seda.
Mientras tanto una mariposa hermosísima se alejaba del árbol volando
hacia el atardecer.
¿Qué
importa ir contra corriente si el fruto de tu decisión te transforma en lo que
siempre soñaste sin saberlo? De todo te
van a decir si decides seguir a Dios, serle fiel, entregarte a El. ¿Acaso no
vale la pena?
“Acordaos de la mujer de Lot. Todo el que procure salvar su vida, la perderá;
y todo el que la pierda, la salvará.”
Lc.17: 32-33
Aportado por P. Miguel Segura
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