martes, 17 de septiembre de 2013

¿CÓMO ES TU CORAZÓN?

   Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni máculas, ni rasguños.

   Si, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado, el joven se sintió más orgulloso aún y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo lugar. De pronto un anciano se acercó y dijo: ¿Por qué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío?

   Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos, y estos habían sido reemplazados por otros que no correspondían, pues se veían bordes y aristas irregulares. Es mas, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.


  La mirada de la gente se sobrecogió, ¿cómo puede decir que su corazón es más hermoso? pensaron.

   El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado se echó a reír. ¿Debes estar bromeando? dijo, ¿comparar tu corazón con el mío... el mío es perfecto, en cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor? Es cierto; dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado, muchos, a su vez me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque me recuerdan el amor que hemos compartido.

    Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos, dar amor es arriesgado pero, a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?

   El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez, arrancó un trozo del suyo, ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven.

   La pieza se amoldó pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

   ¿Y tu corazón... cómo es? Recuerda: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida.” Prov.4:23 



lunes, 16 de septiembre de 2013

A PESAR DE LOS ERRORES

   
Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor. Te regañe porque te estabas tardando demasiado en desayunar, te grite porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te levante por los cabellos  y te empuje  violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato.

    Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo solo te advertí que no te portaras mal.


  
Por la tarde, cuando regrese a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mi te indique que caminaras erguido.

   Mas tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arroje la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grite que no soportaba mas ese escándalo y subí a mi cuarto.

   Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido?

   Luego escuche unos golpecitos en la puerta. “Adelante” dije adivinando que eras tu. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te mire con seriedad y pregunte: ¿Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte? No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente.

   Te abrace y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu  delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un  beso suavemente en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. “Hasta  mañana, papito” me dijiste.

   ¿Que es lo que estaba haciendo?, ¿por qué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual. Tú tenías unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobre todo, sabias demostrar amor.

   ¿Por qué me costaba tanto trabajo?, ¿por qué tenía el hábito de estar siempre enojado?, ¿qué es lo que me estaba  aburriendo? Yo también fui niño.

   ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme? Después de un rato entre a tu habitación y encendí una lámpara con cuidado. Dormías  profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebe.


   Me incline para rozar con mis labios tu mejilla, respire tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.

  Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo mas que a mi vida.

Dicen que Dios escribe derecho sobre renglones torcidos.”



lunes, 9 de septiembre de 2013

¡Viendo lo invisible!

    
A principios del siglo pasado, el escultor Gutzon Borglum (1871-1941) echó un vistazo a los peñascos de las montañas Negras de Dakota del Sur. Tuvo una visión futurista que nadie más había tenido: los rostros esculpidos de los presidentes estadounidenses George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt.

   Borglum y sus colaboradores se suspendieron de cuerdas a una altura de más de 150 metros por encima del valle. Usaron desde cinceles hasta dinamita para crear los rostros de cinco pisos de altura. Se necesitaron 14 años para terminar el proyecto.


   El ama de llaves de Borglum a veces iba a visitar el proyecto. Una vez preguntó a un trabajador: «¿Cómo supo el señor Borglum que el señor Lincoln estaba en esa roca?»  ¿Cómo? Borglum sabía lo que había en la roca porque vio con su ojo de artista lo que podía crear a partir de la materia prima con la cual tenía que trabajar.

   Y lo mismo pasa con Dios. Con su ojo artístico ve el potencial en el material humano menos prometedor y más difícil de todos. Con sus amorosas manos empieza a hacer de nosotros un monumento a Su genio y Su gracia. Dios «nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados» (Efesios 2:4-5), y nos dio vida en Cristo. Y te puede hacer a ti cada vez más parecido a Cristo, si te colocas en sus manos.



NUESTROS BORDES ÁSPEROS DEBEN CINCELARSE PARA SACAR LA IMAGEN DE CRISTO.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Dios Proveerá

   
Hubo un hombre que no tenía nada para dar de comer y alimentar a su familia. Solo tenía una vieja escopeta y tres balas. Entonces, decido que el podría ir afuera y matar algo para la cena.

    Mientras bajaba por el camino, el vio a un conejo y le disparo al conejo, pero le fallo el tiro y lo perdió.  Entonces vio una ardilla y disparo un tiro a la ardilla pero fallo también el tiro y la perdió. Siguió su camino mas adelante, el vio un pavo salvaje en un árbol y el solo le quedaba una sola bala,  pero una voz vino a él y dijo: “Ora primero, apunta alto, y mantén tu vista fija

   Sin embargo, al mismo tiempo, el vio un venado lo cual podría ser una mejor caza. El bajo el arma y apunto hacia el venado. Pero, el vio una serpiente cascabel entre medio de sus piernas a punto de morderlo,  el naturalmente tomo el arma y apunto hacia abajo para disparar a la serpiente cascabel.


   “Espera”, le dijo de nuevo la voz a el, “Yo dije ORA, apunta alto y mantén tu vista fija.” Entonces, el hombre decidió escuchar y obedecer a la voz. El hombre oro, apunto el arma hacia arriba alto en el árbol y disparo al pavo salvaje. La bala reboto en el pavo y mato al venado. El brazo de madera de la escopeta se le callo y golpeo en la cabeza tan fuerte a la serpiente que la mato. Cuando se le desmonto la escopeta también del impacto del tiro lo lanzo a un pozo de agua, cuando él se levantó miro a su alrededor, tenia peces en todos sus bolsillos, un venado muerto y un pavo para comer.

  La serpiente (Satanas) fue muerta simplemente porque el hombre escucho y obedeció a Dios.


Línea Final: Ora primero antes de hacer nada, apunta y dispara alto en tus metas, y mantén tu mirada puesta en Dios.  Pasa esto con el propósito de que alguien más sea bendecido. Nunca dejes que otros te desanimen concerniente a tu pasado. El pasado es exactamente eso “el pasado”. Vive cada día un día a la vez. Y recuerda que solo Dios conoce nuestro futuro y que el no nos va a poner en una situación que no podamos sobrellevar.  No mires ni confíes en el hombre para alcanzar tus bendiciones, mira y Confía a Dios. El abre puertas para ti que solo El las puede abrir. Puertas que tú no podrías colarte a través de ellas, pero puertas que solo El ha preparado por adelantado para ti en tu favor. Espera, y mantente firme, se paciente: Busca a Dios primeramente y todas las demás cosas te serán añadidas.

martes, 3 de septiembre de 2013

Desacertada confianza

       El hundimiento del Titanic en 1912 todavía despierta interés. Aún no han sido esclarecidos todos los detalles que dieron tan impactante dimensión a dicha catástrofe: 1.500 muertos. He aquí algunos pormenores no resueltos: ¿Por qué no fueron previstos suficientes botes salvavidas? Los botes sólo tenían lugar para 1.180 personas en vez de 2.200. ¿Por qué el Titanic siguió avanzando a gran velocidad, cuando bastante tiempo antes de la colisión con el iceberg había recibido una serie de advertencias por parte de otros barcos? ¿Y por qué sólo 711 lugares fueron ocupados en los botes salvavidas?

      
Por influencia de la prensa, la opinión pública consideraba que el Titanic no podía hundirse. Evidentemente la compañía naviera y la tripulación creían lo mismo, porque aun después del choque, un camarero aseguró a uno de los viajeros: –Ni Dios puede hundir este barco. Los pasajeros opinaban que «su» barco no era vulnerable como otros, que «su» navío era una excepción. Se pensaba que si las moles de hielo llegaban a amenazarlo, el Titanic y la tripulación acabarían con ellas. Y cuando se prepararon los botes salvavidas, algunos pasajeros temieron subir a bordo. Confiaban más en el gigante del mar que en el débil bote salvador.

       Y nosotros, ¿en qué confiamos? ¡Esta es la pregunta decisiva! El barco de nuestra vida puede parecer más espléndido que otros. Pero como cualquier otro, está herido por el pecado y destinado a hundirse. No hay excepciones. Sólo en Jesucristo hay salvación y seguridad. ¿Confiamos en él?


  “1 Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? 2  Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.” Sal.121:1-2

viernes, 30 de agosto de 2013

Con lo que queda...

  En Noviembre 18 de 1995, el violinista Itzhatk Perlman, subió al escenario para dar un concierto en el salón Avery Fisher del “Lincoln Center” en la ciudad de Nueva York.  Si usted alguna vez ha estado en un concierto de Perlman, sabe que subir al escenario no es un logro pequeño para él.




  Él fue afligido de polio cuando era niño; tiene abrazaderas en ambas piernas y camina con la ayuda de muletas. Verlo caminar sobre el escenario de un lado al otro, paso a paso, lenta y penosamente, es una escena impresionante. Camina difícil pero majestuosamente, hasta que alcanza su silla.

  Después se sienta y lentamente pone las muletas sobre el piso, abre los broches de las abrazaderas en sus piernas, recoge un pie y extiende el otro hacia adelante. Se inclina y recoge el violín, lo pone bajo su barbilla, hace una seña al Director y procede a tocar.

  Hasta ahora, la audiencia ya estaba acostumbrada a este ritual. Permanecían silenciosamente sentados mientras él caminaba por el escenario hasta su silla. Se quedaba respetuosamente en silencio hasta que él estuviera listo para tocar; pero esta vez, algo ocurrió. Justo cuando él terminaba de tocar sus primeras barras, una cuerda de su violín se rompió. Uno podía oír el estallido. Salió disparada como bala por el salón. No había duda de lo que ese sonido significaba. No había duda de lo que él tendría que hacer.

 
Los que estaban ahí esa noche tal vez pensaron: “Para esta, él va a tener que ponerse de pie, abrocharse las abrazaderas, recoger las muletas, y cojear hasta afuera del escenario para encontrar otro violín u otra cuerda.”

  Pero no fue así. En su lugar, el esperó un momento, cerró sus ojos y después hizo otra seña al Director para empezar a tocar. La orquesta empezó y él tocó desde donde había parado. El tocó con tanta pasión, con tanto poder y con una claridad que nunca antes nadie había escuchado.

   Claro, cualquiera sabe que es imposible tocar una obra sinfónica con sólo tres cuerdas. Lo sé yo y lo sabe usted, pero esa noche Itzhak Perlman se rehusó a saberlo. Uno podía observar como modulaba, cambiaba y recomponía esa pieza en su cabeza. En una instancia, sonaba como que él estuviera desentonando las cuerdas para obtener sonidos que estas nunca habían hecho.

  Cuando él termina, había un silencio impresionante en el salón. Después la gente se levanto y lo aclamó. Había una explosión de aplausos desde cada rincón del auditorio. Todos estábamos de pie, gritando y aclamando, haciendo todo lo posible para mostrar cuanto apreciábamos lo que él había hecho.

  Él sonrió, se secó el sudor de sus cejas, alzó su arco para callarnos, y después dijo, no presumidamente, pero en un tono tranquilo, pensativo, y reverente: "Ustedes saben, algunas veces la tarea del artista es la de averiguar cuanta música podemos producir con lo que nos queda."


 
Qué renglón tan poderoso. Se ha quedado en mi mente desde que lo oí ¿Y quien sabe? Tal vez esa sea la definición de la vida, no sólo para los artistas pero para todos nosotros. He aquí un hombre que se ha preparado por toda su vida para producir música con un violín de cuatro cuerdas, quien, se encuentra de repente en medio de un concierto con solo tres cuerdas; y entonces produce música con tres cuerdas, y la música que él produjo esa noche con sólo tres cuerdas era más bonita y más memorable, que cualquier otra que él haya producido con cuatro cuerdas.

lunes, 26 de agosto de 2013

El Gusano y el Escarabajo

   
Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.

   El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.

   Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano. ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos. ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?

   
Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir.


    Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

   Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día aprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

   El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.

   Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.

   El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.

   El escarabajo aprendió varias lecciones ese día: La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo. También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las militantes propias ni las ajenas. Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan.

   Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él.

    El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.

    Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza.

   Reconoce la riqueza de quien es diferente de ti y está dispuesto a compartir sus ideales y temores, pues esto alimenta el espíritu de supervivencia más que un buen platillo.

    La esencia del gusano y el escarabajo se volvió una en el plano que se encuentra más allá de este mundo, volviendo al regocijo que en esta vida habían encontrado.


  
Este es el final de mi historia, pues siendo TÚ mi amigo no te puedo exponer a una tristeza que no quisiera para mí. No sé si tú seas el gusano o yo el escarabajo, pero seguro que somos distintos y en planos ajenos nos movemos. Yo, como gusano, te seguiré buscando día a día, y como escarabajo, no me fijaré en limitaciones. Como gusano, omitiré lo grotesco que me puedas parecer. Como escarabajo, haré uso de mis habilidades para servirte.