miércoles, 31 de julio de 2013

Sin excusas

  Tres días después de permanecer en un patio policial en Bogotá Colombia, el burro detenido como sospechoso en un accidente vial salió libre, pero sólo una vez que su dueño pagó una fianza.


   “Quiero agradecerle a todos los que me apoyaron”, dijo emocionado Nelson González, dueño del burro Pacho, La policía detuvo a Pacho en la ciudad nororiental de Arauca, luego de que una motocicleta se estrellara en una calle el domingo en la tarde contra la carreta que era tirada por el asno.

  Pero González insistió que el animal no tenía la culpa, ya que el conductor de la moto lo chocó por detrás. Los investigadores ordenaron la libertad de Pacho, después de decidir que no tenía ningún fin tenerlo detenido. El burro regresó temprano a casa el miércoles, luego de que su dueño pagará nueve mil pesos (unos cuatro dólares), para cubrir los costos incurridos en el patio del recinto policial, González caminó cada día para alimentar a Pacho. El motociclista por su parte permanece en el hospital donde se recupera de heridas graves.

  Un accidente de tránsito muy peculiar, los protagonistas el motociclista y el burro, uno en el hospital con custodia policíaca y el burro detenido en el patio de la policía, Nelson siempre lo dijo, mi burro no tuvo la culpa y las autoridades finalmente lo reconocieron, “no tiene caso que el burro siga detenido

  Cuando las cosas nos salen mal los humanos siempre buscamos culpables y si no hay nadie más, hasta el burro hay que detenerlo, que responda por los desperfectos y los platos rotos; ¡por que seremos tan ciegos, porque actuaremos tan necia y tercamente!

  Hoy quiero olvidar el protocolo y las palabras bonitas para suavizar el mensaje, directamente quiero decirle que no hay más burros culpables, que el desastre en su vida y familia tiene en usted al actor principal, que ya es hora de tener el valor y enfrentar la realidad, por que seguir culpando a la pareja, a los hijos, a los padres y hermanos. Somos nosotros los que la regamos, los que nos equivocamos, ¡por Dios, es ya hora de reconocerlo!


  “De nada sirve que al burro lo metan a la cárcel, si nosotros seguimos libres, seguiremos ocasionando accidentes” El barco de su vida no se compondrá hasta que usted cambie, hasta que tenga la humildad de reconocer sus errores y buscar enmendarlos, hasta que con sinceridad se acerque a Dios dispuesto a ser transformado.

"Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." Ro.5:8

viernes, 26 de julio de 2013

VOLVER A EMPEZAR

   
Por diez años Tomás Edison intentó construir una batería de almacenaje de cargas eléctricas. Sus esfuerzos, estrangularon en gran medida sus finanzas. En Diciembre de 1914, una combustión espontánea en su estudio casi lo llevó a la ruina.

   En minutos todos los compuestos empacados para discos o cintas y otras sustancias inflamables ardieron en llamas. Aunque los departamentos de bomberos vinieron de ocho pueblos circundantes, el intenso calor y la poca presión de agua provocaron que fuera inútil extinguir las llamas. Todo quedó destruido.
El daño excedía a los dos millones de dólares, los edificios de cemento que se consideraban construidos a prueba de fuego, estaban asegurados apenas por la décima parte de esa cantidad.

   Charles, el hijo del inventor, buscó con desesperación a su padre, temeroso de que su espíritu resultara dañado. Finalmente lo encontró contemplando con serenidad el fuego, su rostro resplandecía mientras reflexionaba. “Mi corazón se dolía por él”, decía Charles. “Él tenía sesenta años, ya no era un joven y todo ardía en llamas.”

   En la mañana siguiente, Edison contemplo las ruinas y exclamó: “Hay algo valioso con el desastre. Se quemaron todos nuestros errores.   Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo.”

"Tres semanas después del incendio, Edison se las ingenió para inventar el primer fonógrafo."



martes, 23 de julio de 2013

Perseverar trae resultados!

    
En una ocasión en la carrera de los 100 mts. con obstáculos de las olimpiadas de 1980, salieron los 8 competidores. El número 5 tiró el primer obstáculo, luego el segundo y el tercero; su desesperación fue tanta que no pudo saltar totalmente el cuarto y tropezó con él, cayendo pesadamente.

   Desde el suelo vio a los demás alejarse, sin embargo se puso en pie y continuó la carrera; se dio cuenta de que su rodilla sangraba y que su pierna no tenía la fuerza necesaria por el golpe, pero aún continuó; tropezando más adelante con otro obstáculo y cayendo nuevamente.

   En ese punto ya los otros competidores habían pasado la meta y los que
estaban alrededor de la pista le decían que saliera de la pista pues estaba sangrando y de todas formas ya no iba a ganar la carrera, pero este atleta no les hizo caso, se levantó y siguió adelante, su objetivo era llegar a la meta, y lo iba a lograr sin importar lo que pasara.

   La gente en las graderías estaba atónita al ver la persistencia de aquel hombre. Finalmente llegó al final de la pista, en ese momento todo el estadio olímpico se puso de pie, y estalló en una ovación al hombre que había demostrado que era lo más importante en una carrera...

PERSEVERAR HASTA EL FINAL SIN IMPORTAR LOS TROPIEZOS!

1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, 2  puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe; quien por el gozo que tenía por delante sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” Heb.12:1-2


Fuente: Selah

lunes, 22 de julio de 2013

Dos amigos...

   Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.

  
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomo un estilete y escribió en una roca: HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA.

   Intrigado, el amigo pregunto: ¿Por que después que te lastime, escribiste en la arena y ahora escribes en una roca?


   Sonriendo, el otro amigo respondió: Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargaran de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.

viernes, 19 de julio de 2013

Navegando a puerto Seguro!


  
Se cuenta que una noche navegaba por el mar un barco. De pronto, recibe por radio la indicación de apagar las luces y seguir una luz más potente, que le señalaba otro rumbo. El capitán no quiso hacerle caso.
    Siguió su ruta. Pero volvió a oír el llamado, una y otra vez... finalmente, discutieron. Él dijo: - Yo soy el capitán del barco y el barco irá por donde yo decido. Entonces, recibió ésta respuesta: Si usted es el capitán del barco, le digo que yo soy el guardián del faro. Y le digo que, si continúa en ese rumbo, se estrellará contra unos arrecifes. Ahora, siga la luz del faro, que lo conducirá a salvo.

 
¿Qué crees que hizo el capitán? Se calló la boca, y obedientemente siguió al que lo guió a puerto seguro.

   Nuestras vidas son como barquitos en el mar de la vida.  Cada uno es el capitán de su barco, y lo va llevando como mejor le parece. Algunos eligen bien,  otros más o menos, otros hacen elecciones que hacen que su barquito se estrelle contra las drogas, el alcohol, las enemistades...

  ¿Cómo podemos estar seguros de no naufragar? ¿Cómo podemos estar seguros de llegar a buen puerto?
 ¡ABANDONANDO EL MANDO! Como ese capitán se dejó guiar por el vigía del faro, podemos dejarnos guiar por la Palabra de Dios.   


“Jesús le dijo: Yo soy el camino,  y la verdad,  y la vida;  nadie viene al Padre,  sino por mí.” S.Jn.14:6

martes, 16 de julio de 2013

CUANTO VALES


  
Una vez un muchacho que estaba muy deprimido fue a ver a un hombre que tenía fama de ser muy sabio. Cuando llegó a la casa del hombre le dijo: - Señor, vengo a que me ayude. Me siento muy mal. Soy un fracasado. Nadie me tiene en cuenta, todo el mundo me rechaza, mis hermanos me dicen que yo no sirvo para nada, que soy un idiota. En el colegio, mis compañeros me desprecian, nadie me tiene en cuenta. En verdad que soy un fiasco.

    El maestro, mirando de soslayo al chico le dice: -Mira, muchacho, yo, igual que tú, también tengo problemas, así que no puedo ayudarte.

    De nuevo el joven sintió que una vez más era rechazado, pero cuando ya se iba a ir del lugar el maestro lo llamó y le dijo: -Ya que estás aquí hazme un favor. Toma este anillo -dijo el sabio quitándose el anillo de uno de sus dedos- ve al pueblo en el caballo que tengo allí amarrado y trata de vender la joya. Necesito urgentemente ese dinero. Pero escucha bien esto. ¡No vayas a dar ese anillo por menos de una moneda de oro ¡Está claro!?


    El muchacho se puso feliz de ver que podía ser útil. Rápido se montó en el caballo y se fue al mercado del pueblo que estaba atiborrado de comerciantes. Estuvo todo el día ofreciendo el anillo, pero cuando mencionaba el precio, la gente se reía. “Se nota que no tienes idea de lo que vale una moneda de oro si pretendes cambiar esa joya”, decían unos.

   Otros, tan pronto mencionaba el valor del anillo, se mofaban o miraban para otro lado. Cansado de tanto desprecio, resolvió volver donde su maestro. Una vez frente a él le contó, con la cabeza agachada, de su fracasado intento de vender la joya.

   El sabio le dijo de nuevo: -Mira, hagamos lo correcto. Lleva este anillo al joyero del pueblo. Dile que lo valué, pero escucha bien, no lo vendas. No importa cuánto dinero te ofrezca.

    El chico, feliz, fue al pueblo y se presentó ante el joyero. Éste tomó el anillo en sus manos y cuidadosamente lo examinó con una lupa, luego le hizo una prueba con unos ácidos y finalmente exclamó: ¡Esto si que es una verdadera obra de arte¡ Se quitó los lentes y mirando al muchacho le dijo en tono muy emocionado. - Mira, muchacho. Dile al dueño de esta joya que le doy ya mismo ¡cincuenta y ocho monedas de oro por ella! Pero que si se espera unos ocho días más, le puedo subir el precio hasta ¡Setenta monedas de oro!

    El chico casi se desploma cuando escuchó la oferta del joyero. Montó el caballo y corrió a galope hasta donde el maestro. Cuando le relató el suceso al hombre, el anciano sabio le dijo: - Debes tener mucho cuidado con la opinión de los demás. No todos tienen la capacidad de valorarnos en lo que verdaderamente somos. Así que no creas todo lo que te han dicho de ti.


Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” S. Jn. 3:16 ESE ES EL VALOR QUE PARA DIOS TIENE TU VIDA; ¡NO ACEPTES MENOS!



lunes, 15 de julio de 2013

Cachorritos en venta

   El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que leía: “Cachorritos en venta”.

   Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando: "¿Cuál es el precio de los perritos?"
El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: "Sólo tengo $2.37... ¿Puedo verlos?". El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba.


  "¿Qué le pasa a ése perrito?", preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.

    El niñito se emocionó mucho y exclamó: "¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!". Y el hombre replicó: "No, tú no vas a comprar ese cachorro, si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: "Yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otros perritos yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo".

   El hombre contestó: "Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos".

   
El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: "Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda".

    El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y sus ojos se llenaron de lágrimas... sonrió y dijo: "Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú".
    No importa mucho cómo eres o cómo luces, pero sí que alguien te aprecie por tu interior, te acepte y te amé incondicionalmente.  ¡Ese Alguien es Dios!

Difícilmente muere alguno por un justo. Con todo, podría ser que alguno osara morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Ro.5.7-8


Aportado por: Equipo De Selah

viernes, 12 de julio de 2013

Ascuas de fuego


     Dos campesinos vecinos se encontraron, y uno de ellos con tono áspero dijo al otro: –Recientemente hallé unas vacas tuyas en mi prado. Las eché hacia la carretera, y si las vuelvo a encontrar haré lo mismo. Después de algún tiempo los campesinos se encontraron nuevamente; esta vez el otro habló primero y con todo amable dijo: –Algunos de tus caballos estaban en mi campo de avena. Los llevé hasta tus pastos y reparé el alambrado. Si esto ocurre otra vez, haré lo mismo.

       Con esto había amontonado “ascuas de fuego” sobre la cabeza de su vecino. Si las vacas hubiesen pacido en otro campo de pastoreo, no hubieran sufrido ningún daño; pero los caballos en un campo de avena habrían podido comer demasiado hasta enfermarse.

       Esperamos que las palabras del segundo campesino hayan tocado la conciencia del primero y lo hayan convencido de cuán frío y desconsiderado fue su comportamiento, mientras su vecino se mostró amable y comprensivo.

       Esforcémonos en preocuparnos por los demás, aun cuando nuestro prójimo nos odie o se muestre frío con nosotros. Tal testimonio honra a nuestro Dios y Padre, y a la larga tendrá un efecto bienhechor en los demás. No olvidemos que Cristo se entregó por nosotros cuando aún estábamos en rebeldía y pecado, alejados de Dios.


martes, 9 de julio de 2013

Conozco al presidente!!!


   Ayer tuve la oportunidad de conocer al presidente del Perú. Fue un encuentro emocionante. Hubo una gran cantidad de invitados, mucha música, alegría y diversión. Todo estaba muy emotivamente preparado, habían banderas, y muchísima gente. Estuvimos en la base de la Fuerza Aérea en las Palmas en Surco.

  
 Era un día especial ya que se celebraba el día de la Fuerza Aérea Peruana. Llegó el momento culminante, al final, mucha gente esperaba al Presidente Toledo que saliera para despedirse a lo lejos. El Presidente Toledo no subió a su auto, caminó hacia la salida y en un momento determinado pudimos estar frente a él. El señaló a mi hijo Sergio Andrés y dijo: "quiero a ese chiquito", así que la seguridad abrió paso y Toledo le dio un beso en uno de sus super cachetes. Luego nos retiramos con el placer de haber logrado tomarnos una foto con el Presidente del Perú (es la segunda vez que puedo tomarme una foto con un presidente peruano).

   Sin embargo, este acercamiento fugaz, lleno de emoción no me permite decir a mí que "conozco al presidente". Así sucede con muchas personas que creen que conocen a Dios. Tienen un encuentro fugaz, super emocionante, en reuniones sumamente emotivas. Pero no pasa nada. Sólo "gustaron" un momento la presencia de Dios más no le conocieron realmente. Para conocer a alguien tenemos que pasar tiempo con esa persona. Para conocer a Dios tenemos que pasar tiempo con Él.

   Los animo a que momento a momento busquen conocer a Dios pasando tiempo con Él cada día.


   "He aquí Yo estoy a la puerta y llamo, si alguien oye mi voz y abre la puerta, Yo entraré a él, y cenaré con él y él conmigo..." Apocalipsis 3:20

lunes, 8 de julio de 2013

Ahora lo Entiendo


  Siendo niño pertenecí al Movimiento Scout. Ahí nos enseñaban, entre otras cosas, la importancia de la "Buena Acción" que consistía en realizar todos los días actos generosos y nobles, como recoger algún papel en la calle y botarlo en la papelera, ayudar en la casa a lavar platos, cuidar la fauna y la flora, ayudar a alguna persona anciana o impedida a cruzar la calle, etc. Me gustaba mucho cumplir esa tarea.

   Un día caminaba por una calle de la ciudad de Coro y vi a un perro tirado en plena vía sin poder moverse. Estaba herido, un carro lo había atropellado y tenía rotas las dos patas traseras, los vehículos le pasaban muy de cerca y mi temor era que lo mataran porque era imposible que él solo pudiera levantarse.

   Vi allí una gran oportunidad para hacer la "Buena Acción" y como buen Scout detuve el tráfico, me dispuse a rescatar al perro herido y ponerlo a salvo para entablillar-le las patas. Yo nunca había entablillado a nadie pero el "Manual Scout" decía cómo hacerlo. Con mucho amor y entrega me acerqué, lo agarré pero me clavó los dientes en las manos.
Inmediatamente me llevaron a la Sanidad y me inyectaron contra la rabia, aunque la rabia por la mordida no se me quitó con la vacuna.

   Durante mucho tiempo no entendí por qué el perro me había mordido si yo sólo quería salvarlo y no hacerle daño, no sé que pasó y no me lo pude explicar. Yo quería ser su amigo, es más, pensaba curarlo, bañarlo, dejarlo para mí y cuidarlo mucho. Esta fue la primera decepción que sufrí por intentar hacer el bien, no lo comprendí. Que alguien haga daño al que lo maltrata es tolerable, pero que trate mal a quien lo quiera ayudar no es aceptable.

   Pasaron muchos años hasta que vi claro que el perro no me mordió, quien me mordió fue su herida; ahora si lo entiendo perfectamente.
   Cuando alguien está mal, no tiene paz, está herido del alma y si recibe amor o buen trato: ¡Muerde! Pero él no hunde sus dientes, es su herida la que los clava.

   Comprende el malestar de las personas que te rodean.
Cuando alguien te grita, te ofende, te critica o te hace daño no lo hace porque te quiere mal sino porque está herido, está herido del alma, se siente mal o algo malo está pasando por su vida. No te defiendas ni lo critiques, más bien compréndelo, acéptalo y ayúdale. Ahora lo entiendo.


Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien.” 2Tes.3:13

jueves, 4 de julio de 2013

Desde una silla de ruedas

   
Una mujer llamada Nancy puso el siguiente anuncio en su periódico local: “Si se siente solo o tiene algún problema, llámeme. Yo estoy en una silla de ruedas y raras veces salgo. Podemos compartir nuestros problemas mutuamente. Sólo tiene que llamarme. Me encantaría conversar.” La respuesta a ese anuncio fue sorprendente: 30 llamadas o más por semana.

  ¿Qué motivó a esta mujer a querer llegar a los demás desde su silla de ruedas para ayudar a los necesitados? Nancy explicó que antes de su parálisis había disfrutado de perfecta salud, pero se encontraba muy desesperada. Trató de suicidarse saltando desde la ventana de su apartamento, pero la caída la dejó paralítica de la cintura para abajo.

   En el hospital, totalmente frustrada, percibió que Jesús le decía: “Nancy, has tenido un cuerpo sano, pero el alma lisiada. Desde ahora vas a tener un cuerpo lisiado y un alma sana.” Como resultado de esa experiencia entregó su vida a Cristo. Cuando finalmente le permitieron volver a la casa oró para encontrar una manera de compartir la gracia de Dios con los demás, y se le ocurrió la idea del periódico.

   Todos los creyentes pueden hacer algo para ayudar a los demás. Por limitados que estemos por una enfermedad, ancianidad o incapacidad, aún podemos orar, llamar o escribir. Cualquiera que sea nuestra condición podemos ser testigos eficaces de Cristo.


ES SÓLO CUANDO HEMOS HABLADO CON DIOS SOBRE LA GENTE QUE PODEMOS HABLAR CON LA GENTE SOBRE DIOS

lunes, 1 de julio de 2013

Cada uno da de lo que tiene...

  
Hace algún tiempo, mi mujer ayudó a un turista suizo en Ipanema, quien dijo haber sido víctima de unos ladronzuelos. Con un marcado acento, y en pésimo portugués, afirmaba haberse quedado sin pasaporte, sin dinero y sin un lugar para dormir.

  Mi mujer le pagó el almuerzo, le dio la cantidad necesaria para que pudiera pasar la noche en un hotel, hasta que se pusiera en contacto con su embajada, y se fue.

  Días después, un diario carioca publicaba la noticia de que el tal “turista suizo” era en realidad un original malandra carioca, que simulaba un falso acento y abusaba de la buena fe de las personas que amaban Río y querían compensar la imagen negativa que -justa o injustamente- se transformó en nuestra tarjeta de presentación.

  
Al leer la noticia, mi esposa sólo comentó: “no será esto lo que impida que ayude a la gente”.

  Su comentario me hizo recordar la historia del sabio que, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. Las personas no dieron mucha importancia a su presencia y sus enseñanzas no consiguieron interesar a nadie. Después de algún tiempo, él pasó a ser motivo de risa y burlas por parte de los habitantes de la ciudad.

   Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres comenzó a insultarlo. Pero en lugar de fingir que no se daba cuenta de lo que ocurría, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:
- ¿Será, después de todo, que el hombre es sordo? ¡Le gritamos cosas horribles y él sólo nos responde con palabras bellas!

- Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene -fue la respuesta del sabio.